Los tratamientos médico-estéticos han sufrido una auténtica revolución en los últimos años. Hemos pasado de una medicina estética que iba sólo a resolver un determinado problema que planteaba el paciente a una medicina estética global y tridimensional, la medicina estética del siglo XXI.
Y no sólo esto, le hemos dado un enfoque mucho más científico basado sobre todo en el estudio del proceso de envejecimiento facial, el entender el por qué se produce un determinado efecto para conociéndolo tratar de revertirlo (resorción ósea, atrofia de los compartimentos grasos de la cara, descenso de estos por relajación de los ligamentos de retención faciales,…). No vamos a “rellenar una arruga” vamos a reponer estructuras para revertir lo que el proceso de envejecimiento, hábitos o/y el paso del tiempo ha provocado.
Para ello es necesario tener un profundo conocimiento de la anatomía, de las técnicas, de los productos y hacer una evaluación facial completa del paciente.
¿Cómo realizamos la valoración del paciente para decidir qué tratamiento es el idóneo?
Evaluación facial completa
Evaluación emocional (¿cómo se ve el paciente?: cara de enfadado/cara triste/aspecto cansado/…)
¿Qué desea tratar el paciente?. ¿Cuál es su escala de prioridades?. ¿Cuáles son sus expectativas?